Me decían que nunca hablara con los ejecutivos pues era una auxiliar insignificante. Pero yo era esa persona insignificante que tomaba clases de computación todas las noches. Así que cuando ellos necesitaron ayuda, yo me ofrecí para dársela. El presidente de la compañía me dio su tarjeta de presentación y me dijo que había una vacante en la división técnica y me preguntó si estaba interesada. Y todo, por haber tenido el valor de dar una mano. La oportunidad, pásala… Un mensaje de la Fundación para una Vida Mejor.